martes, 10 de octubre de 2017

LINEA ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE








La vida es un cristal









 Vanguardia Cuenta la historia de la vida

 de dos santandereanos que estuvieron 

muy cerca de la muerte. En ambos casos, 

los protagonistas afirmaron que tuvieron 

espacios de lucidez durante sus momentos 

críticos, aunque no se podían mover o 

comunicarse con la gente que estaba 

a su alrededor.



Cuando Sandra Milena Ayala Carreño despertó 
en una de las habitaciones de la Fundación 
Cardiovascular de Colombia (FVC), luego de 
estar cuatro meses en estado de coma quiso 
gritar desesperadamente.

Exigía rápidas respuestas sobre qué  
le había sucedido y dónde estaba.

Al abrir sus ojos, el primer rostro que reconoció 
fue el de su hermana menor a quien quería 
formularle mil preguntas, pero los tubos que 
atravesaban su tráquea no le permitían articular
 ninguna palabra.

De a poco se fue enterando que estuvo al
 borde de la muerte en tres ocasiones, en  
las que los médicos de la FVC tuvieron 
que reanimarla vía desfribilador y que 
durante 16 semanas estuvo inconsciente, 
conectada a muchos aparatos que ayudaban
 mecánicamente a mantener activas sus 
principales funciones orgánicas.

La sorprendente historia de esta joven, 
técnica en secretariado comercial, comenzó 
en 2010, cuando en su natal San Vicente 
de Chucurí presentó los síntomas comunes 
de un dengue clásico: fiebre y malestar general.

En San Vicente, los médicos sólo atinaron
 a recetarle  acetaminofén para sus males. 
Sin embargo la salud de Sandra no mejoraba
 y por el contrario el pecho le ardía, se le hinchó
 la cara y el desaliento general no la dejaba hacer
 prácticamente nada.




Pero lo que nunca imaginó Sandra es que su 
corazón, en verdad afectado por el peligroso mal 
de chagas, sufría silenciosamente los daños 
causados por la mortal enfermedad, que es 
transmitida por el insecto conocido
 comúnmente como pito.

Afectada por sus dolencias y sin hallar solución 
a sus males, Sandra decidió buscar ayuda 
profesional en Bucaramanga. Y fue en la capital 
santandereana, luego de pasear por varios centros 
asistenciales, en donde realmente dieron con la
 razón del resquebrajamiento de su salud.

El chagas es un parásito microscópico que
 durante su vida necesita hospedarse en un ser 
vivo que le provea alimento, y los sitios más 
indicados para él son el corazón o el intestino
 humano. Con el paso del tiempo este parásito
 produce inflamación, que a su vez gen explica 
el médico especialista en anestesia
 Leonardo Salazar.  

Sandra, que para ese tiempo tenía 25 años, 
entró colapsada el 16 de febrero de 2010 a la
 FVC y seis días después le fue trasplantado un
corazón nuevo. Pero antes de la delicada operación,
 a la sanvicentana le extrajeron su dañado músculo 
que fue reemplazado durante 48 horas por un 
ECMO, dispositivo que suple las funciones 
del corazón y el pulmón.  

Complicaciones post operatorias la llevaron 
durante cuatro meses al estado comatoso, tiempo 
en el cual el sistema neurológico de Sandra siguió 
funcionando.

“Soñaba mucho, eso lo tengo bien claro. 
Soñaba que era protagonista de muchos 
accidentes, incendios y ahogamientos, pero lo 
más curioso era que me salvaba de todos. 
Tal vez, internamente me negaba a irme”, 
cuenta la joven trasplantada, quien recuerda 
que en una ocasión fantaseó con que se había 
ganado el premio mayor de la lotería, aunque 
actualmente ella se rehúsa a comprar este
 tipo de sorteo.

Durante su ‘sueño’, Sandra pensaba en 
que su hora no había llegado. No le temía 
a la muerte, a pesar de tenerla tan cerca, 
pero sí le asustaba el hecho de quedar 
convaleciente y postrada en una cama
 por el resto de su vida.




“Me dolía imaginarme que sería una carga 
para mi familia, más cuando mi mamá también 
se vio afectada por el chagas, y fue mi hermana 
quien cuidó de las dos. Tal vez por eso, la visita 
de ella a la clínica es la única que tengo muy 
presente durante mi estado de coma, pero me 
sentía impotente, porque le quería decir miles 
de cosas y no podía por mi estado crítico”, 
recuerda la joven.

Cuando despertó, para Sandra comenzó 
una nueva vida. Aprendió a valorar cada
 minuto de su existencia y supo que a pesar
 de las circunstancias siempre habrá personas
 dispuestas a darlo todo por nosotros.

“Por eso debemos ayudar a los demás sin 
esperar nada a cambio, porque uno un día está 
bien y al otro está al borde de la muerte. Dios 
quiso que me quedara más tiempo en la tierra
 y creo que tengo varias misiones por cumplir”, 
afirma la joven secretaria.

Después de siete meses, la vida para Sandra 
Milena Ayala Carreño transcurre en normal
 tranquilidad. Dieta, pastillas, ejercicio moderado 
y controles periódicos hacen parte de la agenda 
diaria de esta mujer a quien le quedó claro que 
cualquier persona es susceptible de vivir lo 
que ella vivió.


En vísperas de su matrimonio con el amor 
de su juventud, esta mujer invita a todos los 
santandereanos a hacer parte de los programas 
de donación de órganos, porque ese noble gesto 
también le puede dar una segunda oportunidad 
de vida a muchas personas, la misma
 que ella tuvo.  




Quise poner aquí también este interesante 
artículo dominical que publicara el
 Ing. Ramon Leonardo, que se asemeja
 mucho al anterior relato. 


Léalo a continuación  



Analizando todo lo ocurrido en México, Texa, 

Puerto Rico y nuestros pueblos costeros y otros 

países del mundo, me he puesto a pensar que tan 

susceptible es la vida. 



Que corta es la distancia 

entre la vida y la muerte, por eso les exhorto 

a todos mis lectores, vivir libres de apegos, de

 odios, de miedos y así, si fuésemos sorprendidos

 por la muerte, nos iremos serenos y sin temores,

 pasando a vivir el mas allá en un estado sutil, en

 un espacio de luz cargado de ligerezas, y disfrutarás 

de esa evolución espiritual, que solo se logra en el

 mismo instante en que afrontas el miedo a la muerte. 


Ing. Ramón Leornardo.-





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