martes, 12 de abril de 2016

LA ESENCIA DE LA EDAD


LA JUVENTUD DE MI VEJEZ







La edad madura comienza a los treinta y cinco años y 

termina a los cincuenta y seis años.


Estoy en la edad en que la vida no es más un proyecto. 

He vivido más de lo que me falta. Los años han pasado y las 

huellas dejadas en el espacio físico de mi cuerpo y de mi alma, son 

tangibles y reales. 


Hoy tengo que hacer un esfuerzo mayor para lucir mejor. 

La esclavitud de pintarme el pelo y cuidar mi cara, me recuerdan 

constantemente que mis lágrimas y mis risas no han sido en vano, 

que cada cana y cada arruga tienen su historia. 


He vivido mucho, he reído mucho y he llorado mucho. 

Sin embargo, a pesar de esto, considero que el gran cambio 

que los años aportaron a mi vida se ha producido en mi alma. 





Los años me enseñaron a priorizar, a conciliar con el amor, a 

agradecer el regalo de la amistad y a afianzar mi espiritualidad.

Hoy confieso que un beso de mis hijos, la sonrisa de mis nietos, o 

una celebración familiar, producen más luces en mi vida, que la 

más deslumbrante constelación de estrellas. 


He aprendido además, que mi príncipe azul es real. 

En algún momento cabalgó tan lento, que sentí la necesidad de 

avanzar por mi sola, en otras ocaciones se me adelantó tanto, que 

era casi imposible alcanzarlo. Hoy, él y yo estamos en paz.


Los años que han pasado también me han demostrado, que mis 

amigos y mis amigas han sido seres de luz que han iluminado mi 

camino en algún momento y en algún lugar, sin importar el tiempo 

y la distancia. 





Que mi Fé se ha vuelto persistente y tolerante. He asumido la 

responsabilidad de mi espiritualidad, sin fanatismo, ni obsesiones. 

Mi Fé me ha ayudado a aceptar lo que no puedo entender, ni 

cambiar, y a fortalecer mi tolerancia hacia las creencias de

los demás.


Los años han pasado y la realidad de mi vida ha ido cambiando. 

Aunque mi cuerpo físico esté envejeciendo, mi alma se está 

rejuveneciendo, y hoy me siento mas joven, que cuando era joven. 

No temo a la vida y mi epoca de inseguridades y de correr tras la 

vida ya pasó. He caminado lo suficiente para entender, que no 

puedo vivir de apariencias, porque si lo hago, dejo de vivir lo que 

es esencial para mi alma. 


Después de tantos años entendí, que el amor verdadero es real, que 

su presencia en mi vida ha sido el producto de todo el amor y las 

virtudes emanadas por quienes han pasado por mi vida, dándome 

todo lo mejor que podían y lo que tenían. 





También comprendí, que no debo más que sentir agradecimiento 

por haber tenido el privilegio de que mis amigos/as me eligieran 

como una acompañante del alma, en su ruta por la vida. 


Por ultimo, he conocido a Dios, El sabe quien soy yo y 

yo sé quien es El.


Con todo esto, vivo mi realidad día a día, entendiendo que es 

tiempo de asumir las experiencias y que no importa lo que pase 

con mi cuerpo físico, las circunstancias actuales de mi vida estan 

centradas en lo que pase con la juventud de mi alma.

Metamorfosis del alma..



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