A los de la tercera edad
Para nadie es un secreto la desconsideración,
el malagradecimiento de los hijos, pero
sobre todo la falta de sensibilidad,
amor y despreocupación por parte de
nuestras autoridades hacia nuestros
envejecientes.
He estado en EE.UU, y es motivador
la consideracion, el respeto, y oportunidades
que tienen los envejecientes en ese país.
Muchas veces hago mención de que estuve
en un hotel fuera de aquí, donde la
recepcionista era una señora como
de 70 años y hasta le faltaban dientes.
Y no solo eso, es maravilloso ir
a las tiendas y supermercados allá y ver
ancianos en sillas de ruedas sellándote
las fundas al salir, jovenes con síndrome
de down, organizando los carritos afuera
y asi un sinnúmero de ejemplos más, que
más que lamentable, es triste que estas
condiciones no se den en nuestro país.
Como me gustaría ser legisladora para
poder implementar un motón de políticas
públicas que nos hacen falta y sobre todo
una que ampare y proteja a nuestros
adultos de la tercera edad.
Es tiempo que nuestro país en sentido
general haga un análisis a su conciencia
y nos demos cuenta como
estámos fallando.
Anoche uno de mis contactos de fb publicó
este increible artículo, que me fue imposible
no compartirlo, es un espejo de
nuestra triste realidad..
Estigma y maltrato a los adultos
mayores
Llegar a la vejez en soledad es una pena;
pero llegar sin dinero, enfermo y sin
protección social es una verdadera
desgracia humana.
Casi un millón de adultos mayores
confrontarán las consecuencias que existen
en una sociedad inmerecida, que le
estigmatiza por ser viejo, que le excluye
y se angustia de tan solo verles caminar.
El adulto mayor es una persona que se
pasó la vida aportando con su trabajo,
sus conocimientos, su esfuerzo y su
optimismo; pagó los impuestos,
cultivó esperanza, abrió caminos,
le sirvió a las instituciones, academias,
al campo, a la fábrica, a proteger
derechos, crear leyes, dar salud, crear
democracias y libertad, en fin, invertir
su vida, derramó lágrimas y entregó
su fe creyendo en el mañana
con dignidad.
Pero ahora es diferente. La sociedad del
entretenimiento, de la tecnología, del
celular, Facebook, del chateo y la
distracción, ha influenciado a la familia,
a los hijos y nietos a no conversar con
el adulto mayor; sencillamente no le miran,
no le tocan, no le comprenden.
El adulto mayor se siente solo, en
silencio, consumido en su propia pena,
su angustia, dolor y sufrimiento sin poder
expresarlo. Las visitas se han acortado,
se alarga y se prolonga en semana,
meses y años.
La visita al médico no es de chequeo,
es cuando hay una emergencia; y lo peor,
en la salud son los pacientes más
maltratados, menos escuchados y
menos valorados.
El adulto mayor ha tenido que sobrevivir
a los embates vitales de la vida: pérdida,
duelo, desapego, divisiones, conflictos,
divorcio, crisis familiares, muerte de
amigos, decepciones, ingratitudes,
acoso, entre otros.
El viejo las ha vivido toda. Pero ahora
la vive diferente; ahora no hay fuerza
para volver al luchismo, al desafío ni
la confrontación. Ahora es tiempo de
soportar, hacer silencio, tolerar,
aguantarse y sentir lo que no se ve
o lo que no se escucha.
Estos son tiempos del desecho, del
reciclaje y de la prisa. Pero también
son tiempos del “nada es para siempre”,
de los valores relativos, del pragmatismo
y del músculo, de los energizantes, los
efervescentes y lo poco duradero.
El adulto mayor no cabe, no tiene espacio,
no cuenta, no se valora ni se respeta.
Esa sociedad poco sintiente, deshumanizada
e insolidaria, les sube los vidrios en la salud,
el derecho, la recreación, la calidad y la
calidez de vida, la dignidad, el afecto
y el sentido de pertenencia social.
Al adulto mayor no le aplican los descuentos
en teatros, cine, transportes, medicamentos,
comida, etc.
Pese a que existen leyes que obligan
a un mejor trato y consideración con la
población envejeciente. Si esto no se cumple,
ni hablar de las anémicas pensiones que
reciben, la indiferencia y exclusión de
programas y de la protección social para
ellos y ellas. Cientos de viejos reciben
maltrato físico emocional, psicológico,
financiero, o por negligencias de la familia.
En muchos lugares sienten el olvido, la apatía,
el desamor y la falta de compromiso moral
y humano. A muchos los cuestiona, les buscan
y les sacan sus errores, sus desatinos o sus
equivocaciones en algún momento
de su vida.
A otros le cobran las pensiones, se la mal
administran y les consumen los ahorros
y les tratan como viejos diferentes.
Dichosos y privilegiados los adultos
mayores que viven en familia que les respeten,
le valoren, les escuchen, les den afectos, amor
y le toleran sus dolores, sus obsesividades,
su repetir y general silencio. La sociedad
inmerecida no construye los espacios y los
derechos de los adultos mayores.
Más bien se le estigmatiza, se le denigra
y se les excluye de ser consultado,
valorados a continuar siendo útil, para
poner sus experiencias en práctica.
Así como vamos
se le va a tener miedo a la vejez, cuando
se llegue, y se tenga que vivir la dura realidad
de sentir en la propia piel de la indiferencia
social. Sin embargo, la esperanza de vida
va en aumento, lo que significa que más
personas lograrán alcanzar más años,
demandará más y mejor servicios.
Toda persona quisiera llegar a ser
adulto mayor; solo unos pocos logran
la felicidad, el bienestar, la satisfacción
y la conquista en la vejez, para socializar
en familia, con amigos, en sociedad, pero
con dignidad, calidad y calidéz de vida.
Inevitablemente, todos corremos
hacia allá!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario