jueves, 30 de marzo de 2017

EL MALTRATO A LOS ADULTOS MAYORES






A los de la tercera edad







Para nadie es un secreto la desconsideración, 

el malagradecimiento de los hijos, pero 

sobre todo la falta de sensibilidad,

  amor y despreocupación por parte de

 nuestras autoridades hacia nuestros 

envejecientes.


He estado  en EE.UU, y es motivador 

la consideracion, el respeto,  y oportunidades 

que tienen los envejecientes en ese país. 


Muchas veces hago mención de que estuve 

en un hotel  fuera de aquí,  donde la

 recepcionista era una señora como 

de 70 años y hasta le faltaban dientes. 


Y no solo eso, es maravilloso ir 

a las tiendas y supermercados allá y ver 

ancianos en sillas de ruedas sellándote 

las fundas al salir, jovenes con síndrome 

de down, organizando los carritos afuera

 y asi un sinnúmero de ejemplos más, que 

 más que lamentable, es triste que estas 

condiciones no se den en nuestro país.


Como me gustaría ser legisladora para 

poder implementar un motón de políticas

 públicas que nos hacen falta y sobre todo 

una que ampare y proteja a nuestros 

adultos de la tercera edad.


Es tiempo que nuestro país en sentido 

general haga un análisis a su conciencia 

y nos demos cuenta como 

estámos fallando. 







Anoche uno de mis contactos de fb publicó 

este increible artículo, que me fue imposible 

no compartirlo, es un espejo de 

nuestra triste realidad..







Estigma y maltrato a los adultos

 mayores



Llegar a la vejez en soledad es una pena; 

pero llegar sin dinero, enfermo y sin 

protección social es una verdadera 

desgracia humana. 


Casi un millón de adultos mayores 

confrontarán las consecuencias que existen 

en una sociedad inmerecida, que le 

estigmatiza por ser viejo, que le excluye 

y se angustia de tan solo verles caminar. 


El adulto mayor es una persona que se 

pasó la vida aportando con su trabajo, 

sus conocimientos, su esfuerzo y su 

optimismo; pagó los impuestos, 

cultivó esperanza, abrió caminos,

 le sirvió a las instituciones, academias,

 al campo, a la fábrica, a proteger 

derechos, crear leyes, dar salud, crear

 democracias y libertad, en fin, invertir

 su vida, derramó lágrimas y entregó 

su fe creyendo en el mañana 

con dignidad.







Pero ahora es diferente. La sociedad del

 entretenimiento, de la tecnología, del 

celular, Facebook, del chateo y la 

distracción, ha influenciado a la familia,

 a los hijos y nietos a no conversar con 

el adulto mayor; sencillamente no le miran, 

no le tocan, no le comprenden. 


El adulto mayor se siente solo, en 

silencio, consumido en su propia pena, 

su angustia, dolor y sufrimiento sin poder

 expresarlo. Las visitas se han acortado, 

se alarga y se prolonga en semana,

 meses y años. 


La visita al médico no es de chequeo, 

es cuando hay una emergencia; y lo peor, 

en la salud son los pacientes más 

maltratados, menos escuchados y

 menos valorados. 


El adulto mayor ha tenido que sobrevivir 

a los embates vitales de la vida: pérdida, 

duelo, desapego, divisiones, conflictos, 

divorcio, crisis familiares, muerte de 

amigos, decepciones, ingratitudes, 

acoso, entre otros. 







El viejo las ha vivido toda. Pero ahora 

la vive diferente; ahora no hay fuerza 

para volver al luchismo, al desafío ni 

la confrontación. Ahora es tiempo de 

soportar, hacer silencio, tolerar, 

aguantarse y sentir lo que no se ve 

o lo que no se escucha. 


Estos son tiempos del desecho, del 

reciclaje y de la prisa. Pero también 

son tiempos del “nada es para siempre”, 

de los valores relativos, del pragmatismo

 y del músculo, de los energizantes, los

 efervescentes y lo poco duradero. 


El adulto mayor no cabe, no tiene espacio, 

no cuenta, no se valora ni se respeta. 


Esa sociedad poco sintiente, deshumanizada

 e insolidaria, les sube los vidrios en la salud, 

el derecho, la recreación, la calidad y la 

calidez de vida, la dignidad, el afecto 

y el sentido de pertenencia social.


Al adulto mayor no le aplican los descuentos

 en teatros, cine, transportes, medicamentos,

 comida, etc.






Pese a que existen leyes que obligan

 a un mejor trato y consideración con la 

población envejeciente. Si esto no se cumple, 

ni hablar de las anémicas pensiones que 

reciben, la indiferencia y exclusión de 

programas y de la protección social para 

ellos y ellas. Cientos de viejos reciben

 maltrato físico emocional, psicológico,

 financiero, o por negligencias de la familia. 



En muchos lugares sienten el olvido, la apatía,

 el desamor y la falta de compromiso moral

 y humano. A muchos los cuestiona, les buscan

 y les sacan sus errores, sus desatinos o sus 

equivocaciones en algún momento 

de su vida.


 A otros le cobran las pensiones, se la mal 

administran y les consumen los ahorros 

y les tratan como viejos diferentes.






Dichosos y privilegiados los adultos 

mayores que viven en familia que les respeten, 

le valoren, les escuchen, les den afectos, amor

 y le toleran sus dolores, sus obsesividades, 

su repetir y general silencio. La sociedad 

inmerecida no construye los espacios y los

 derechos de los adultos mayores.


 Más bien se le estigmatiza, se le denigra 

y se les excluye de ser consultado, 

valorados a continuar siendo útil, para 

poner sus experiencias en práctica.


 Así como vamos

 se le va a tener miedo a la vejez, cuando 

se llegue, y se tenga que vivir la dura realidad

 de sentir en la propia piel de la indiferencia

 social. Sin embargo, la esperanza de vida 

va en aumento, lo que significa que más 

personas lograrán alcanzar más años,

 demandará más y mejor servicios. 







Toda persona quisiera llegar a ser 

adulto mayor; solo unos pocos logran

 la felicidad, el bienestar, la satisfacción 

y la conquista en la vejez, para socializar 

en familia, con amigos, en sociedad, pero 

con dignidad, calidad y calidéz de vida.



Inevitablemente, todos corremos

 hacia allá!!



No hay comentarios:

Publicar un comentario