jueves, 26 de enero de 2017

CONSEJO, LIMOSNA Y MENDIGO






No des consejos a nadie y a un mendigo 

dale una limosna, solo si te la pide…!!!






Del escritorio del Ing. Ramón Leonardo.


En muchísimas ocasiones de nuestras vidas, a todos 

nos ha tocado aconsejar a alguien: A un pariente, 

un amigo, una pareja sentimental y hasta

 a un desconocido. 


Es cierto es que aconsejar puede ser una labor loable, 

preciable y hasta oportuna en ciertos momentos de

 la vida, pero cuidado con querer aconsejar a alguien 

que no te lo has solicitado. Justo ahí está el gran error. 


Cuando nos lo soliciten, podemos a toda confianza

 explayarnos, ya que quien lo solicitó está dispuesto 

a escuchar y aplicar cualquier correctivo si fuese 

necesario y por lo regular, suele  agradecer, ponderar, 

evaluar y aceptar los conceptos expuestos.











Qué ocurre cuando damos un consejo que no se  

nos ha pedido; donde  solo por el hecho de ver a 

esa persona con tus ojos del  alma, con los ojos de 

la pureza y en ocasiones hasta con los ojos del 

corazón, por la confianza que te inspira, por el 

amor que siente por ella, por los sentimientos

 que te mueven; independientemente de que 

en algunos momentos sus palabras estén 

divorciadas de su accionar, te arriesgas 

a opinar sanamente en torno a una 

determinada conducta de su vida 

en torno a un acontecimiento 

relacionado con su existir.






Lo que ocurre en estos casos es algo indescriptible 

ya que guarda gran relación con una serie de 

componentes, que la mayoría son imperceptibles, 

pero pernotan en los más íntimos confines del cerebro 

y no obstantes poseer esa textura, se mantienen 

aflorando  en el momento más inesperado y te 

sorprenderás cuando recibas un gran rechazo, el 

cual está la mayoría de las veces ligado a una  

fractura de la personalidad.







 En el fondo del sentir crea condiciones  que de una 

u otras maneras se manifiestan de forma involuntaria 

en el diario vivir de ese ser, producto de impulsos 

reprimidos por la conciencia, que  permanecen en el 

inconsciente y afectan al sujeto,  generando una falsa

 identidad, impulsada por un componente de conductas 

compulsivas, originadas regularmente por un factor 

de vacío existencial que aísla, deprime y propicia en

 ocasiones una pérdida de autoestima y un estado 

de angustia y confusión intenso, propiciador de

 problemas psicológicos y trastornos mentales.







Esto los lleva a asumir comportamientos que nos 

dejan perplejos, siempre inducidos por un mandato

 incontrolable que emana del inconsciente, que lo

 lleva a una presunción de grandeza en un momento 

y a un desplome de la autoestima en otras, ambas

 situaciones se  presentan sin el debido control del ser 

ya que emanan de las profundidades del  inconsciente. 











Por eso y por otras razones mi amigo lector, cuando 

veas cometer un error a alguien a quien admiras y deseas

 lo mejor, solo limítate a ver las razones por las cuales se

 ha equivocado y trata de perdonar y nada más.





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